La vida tiene infinitas vueltas, nos marea, nos confunde y logra dominarnos. Sólo pocos logran desenmarañar sus hilos, enredados como innumerables ovillos de lana tirados y mezclados maliciosamente sobre una pradera des-lumbrante de belleza que invade nuestros sentidos y nos impide centrar la atención en, desenredar cada uno de los hilos que están esparcidos y aban-donados sobre la planicie, es nuestro deber encontrarle a cada uno de ellos su principio y su fin, volverlos a enrollar, pacientemente y con voluntad de acero, sabiendo que allí radica el secreto de la eternidad y del verdadero placer de la vida, y ser capaz simultáneamente de disfrutar la apacible vista que se presente ante nosotros, la que contrasta notoriamente con la labor que acometemos, pero hay que tener la fuerza suficiente para no dejarse vencer por el placer de satisfacer nuestros sentidos dejando de lado nuestro objetivo primario. Quiénes son capaces de seguir aquél camino a pesar de las mu-chas dificultades, van descubriendo con el tiempo que se hace más fácil permanecer atento a los infinitos colores y tramas de los tantos hilos que inva-den el verde suelo que pisamos, casi podríamos afirmar que hay tantos hilos, tantas variedades diversas, tantas texturas, tantos colores y formatos y gro-sores, como estrellas hay en el firmamento. Hasta llega a resultar placentero a veces observarlos todos entrecruzandose unos con otros, sosteniendo éstos a aquellos, aferrando los más fuertes a los débiles; vemos entonces que todos son importantes y como tales los debemos tratarlos al recorrerlos, al ir recogiéndolos con la sabiduría que ellos mismos nos fueron aportando; logramos notar en aquél momento, que ya no vemos a esa infinita convergencia de colores como un reto difícil, duro e inservible, desesperanzador e interminable, sino que aprendimos a disfrutar de su magnificencia, los observamos, notamos como se complementan entre sí, vemos y entendemos lo importante que son cada uno de ellos, tanto individualmente como en conjunto, enten-demos que aunque no terminemos nunca con la tarea, carece de importancia, nunca importó realmente limpiar la pradera de aquellos hilos, sólo vale el reto que implica enfrentarlo y perderle el miedo, y abocarse a ello sin vacilaciones. Después de mucho tiempo de trabajar y sufrir junto a ellos, por ellos y con ellos, es que llegamos a amarlos a un grado difícil de expresar con palabras, y no sólo logramos apreciar de distinta y variadas maneras aquél confín de errantes líneas sobre la verde planicie, también somos capaces en este punto, de disfrutar del paisaje paradisíaco que antes nos inmovilizaba, ahora nos ayuda a seguir adelante, y por ello lo valoramos en vez de despreciarlo como hacíamos en un primer momento, porque sin su distracción no nos hubiese costado tanto dedicarnos a nuestra labor, y ahora aprendimos, sabemos por fin, que todo tiene su porqué y que nada es intrascendente en la vi-da. Al igual que nosotros, si estamos en este tiempo, si respiramos cada día las moléculas de oxígeno que nos permiten continuar adelante, si contamos con una evolución mental capaz de comunicarnos unos con otros, si somos capaces de transformar nuestro entorno; por algo es, entonces, que estamos pisando este suelo, seamos dignos, démosle sentido a nuestra vida y hagamos de ella algo realmente trascendente.
Bueno, toda esta larga y tediosa introducción, sólo para responder a tu “Qué bien te trajo hasta mi”? Y lo loco de todo esto es que llegué a tu página después de haber leído un comentario que publicaste en otra página sobre GH2011, así que resumiendo, éste ciclo televisivo, GH2011, del que nunca tuve la mejor opinión, fue gracias al cuál llegué a tu blog, que por cierto, me parece muy interesante. Por lo tanto, de ahora en más, más allá de criticar con palabras a GH, internamente se que le agradezco que exista porque me posibilitó llegar hasta este espa-cio virtual. FELICITACIONES!
La vida tiene infinitas vueltas, nos marea, nos confunde y logra dominarnos.
ResponderEliminarSólo pocos logran desenmarañar sus hilos, enredados como innumerables ovillos de lana tirados y mezclados maliciosamente sobre una pradera des-lumbrante de belleza que invade nuestros sentidos y nos impide centrar la atención en, desenredar cada uno de los hilos que están esparcidos y aban-donados sobre la planicie, es nuestro deber encontrarle a cada uno de ellos su principio y su fin, volverlos a enrollar, pacientemente y con voluntad de acero, sabiendo que allí radica el secreto de la eternidad y del verdadero placer de la vida, y ser capaz simultáneamente de disfrutar la apacible vista que se presente ante nosotros, la que contrasta notoriamente con la labor que acometemos, pero hay que tener la fuerza suficiente para no dejarse vencer por el placer de satisfacer nuestros sentidos dejando de lado nuestro objetivo primario. Quiénes son capaces de seguir aquél camino a pesar de las mu-chas dificultades, van descubriendo con el tiempo que se hace más fácil permanecer atento a los infinitos colores y tramas de los tantos hilos que inva-den el verde suelo que pisamos, casi podríamos afirmar que hay tantos hilos, tantas variedades diversas, tantas texturas, tantos colores y formatos y gro-sores, como estrellas hay en el firmamento. Hasta llega a resultar placentero a veces observarlos todos entrecruzandose unos con otros, sosteniendo éstos a aquellos, aferrando los más fuertes a los débiles; vemos entonces que todos son importantes y como tales los debemos tratarlos al recorrerlos, al ir recogiéndolos con la sabiduría que ellos mismos nos fueron aportando; logramos notar en aquél momento, que ya no vemos a esa infinita convergencia de colores como un reto difícil, duro e inservible, desesperanzador e interminable, sino que aprendimos a disfrutar de su magnificencia, los observamos, notamos como se complementan entre sí, vemos y entendemos lo importante que son cada uno de ellos, tanto individualmente como en conjunto, enten-demos que aunque no terminemos nunca con la tarea, carece de importancia, nunca importó realmente limpiar la pradera de aquellos hilos, sólo vale el reto que implica enfrentarlo y perderle el miedo, y abocarse a ello sin vacilaciones. Después de mucho tiempo de trabajar y sufrir junto a ellos, por ellos y con ellos, es que llegamos a amarlos a un grado difícil de expresar con palabras, y no sólo logramos apreciar de distinta y variadas maneras aquél confín de errantes líneas sobre la verde planicie, también somos capaces en este punto, de disfrutar del paisaje paradisíaco que antes nos inmovilizaba, ahora nos ayuda a seguir adelante, y por ello lo valoramos en vez de despreciarlo como hacíamos en un primer momento, porque sin su distracción no nos hubiese costado tanto dedicarnos a nuestra labor, y ahora aprendimos, sabemos por fin, que todo tiene su porqué y que nada es intrascendente en la vi-da. Al igual que nosotros, si estamos en este tiempo, si respiramos cada día las moléculas de oxígeno que nos permiten continuar adelante, si contamos con una evolución mental capaz de comunicarnos unos con otros, si somos capaces de transformar nuestro entorno; por algo es, entonces, que estamos pisando este suelo, seamos dignos, démosle sentido a nuestra vida y hagamos de ella algo realmente trascendente.
Bueno, toda esta larga y tediosa introducción, sólo para responder a tu “Qué bien te trajo hasta mi”?
Y lo loco de todo esto es que llegué a tu página después de haber leído un comentario que publicaste en otra página sobre GH2011, así que resumiendo, éste ciclo televisivo, GH2011, del que nunca tuve la mejor opinión, fue gracias al cuál llegué a tu blog, que por cierto, me parece muy interesante. Por lo tanto, de ahora en más, más allá de criticar con palabras a GH, internamente se que le agradezco que exista porque me posibilitó llegar hasta este espa-cio virtual. FELICITACIONES!
http://www.iniciativapopular11.blogspot.com/